Fragmento de intervención

"Por mi parte, aún a costa de tener que llevar la contraria a algunos de mis más ilustres y admirados colegas a los que admiro sin reserva alguna, sostengo que lo que llamamos hombre jamás ha existido, que no ha formado parte de la realidad en tiempo pretérito alguno, que es apenas una idea que fluye por los mitos desde tiempos inmemoriales, gestada en la imaginación de insectos más propensos a fabulaciones que a la ciencia [...]. Los restos que para muchos son argumento irrefutable de su existencia no son sino pruebas circunstanciales o casualidades en modo alguno concluyentes. La historias que de ellos se cuentan presentan todos los tópicos y vicios de la Literatura y ninguna de las virtudes de la Historia. ¿Por qué esos dispares depósitos de osamentas han de haber pertenecido a ellos y no a cualquier otra de las especies llamadas grandes ya extintas y bien documentadas por nuestros sabios? ¿Y la destrucción, el daño causado, del que se les culpa y que redujo de forma tan drástica la diversidad de la vida en nuestra Tierra, no puede ponerse en el haber de fenómenos naturales violentísimos que por azar fueron a concentrarse en un período de tiempo no extenso, lo que agravó dramáticamente sus consecuencias? Sigamos una máxima que tan buen resultado suele dar en cualquier investigación: la explicación sencilla suele llevarnos a la verdad con mayor frecuencia que la explicación compleja. Así pues, preguntémonos aún: ¿cómo una especie inteligente va a actuar tan decididamente contra su propia supervivencia? ¿y cómo una especie carente de razón va a ser capaz de autoaniquilarse? [...] Entonces, retirad a los hombres de la Historia y dejadlos campar en los bellos o tenebrosos cuentos que de ellos se cuentan y estaréis en el camino de la verdad y no en el de la opinión sin fundamentos".
El orador cerró su intervención dando unos pasos hacia atrás y ocultándose en la sombra entre el crujir clamoroso de antenas de unos y el rozamiento reprobatorio de tibias de otros.

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