Cisura

Entre la realidad y la ficción hay una grieta inexplicable, un pliegue casi siempre invisible pero no siempre, un espejismo imperceptible casi siempre pero no siempre, puesto que a veces, escasas e inconmensurables, lo percibimos como una intuición, como una palabra en voz baja, un gesto cuyo rastro se pierde deshecho el hechizo, el roce que eriza la piel un segundo...
Contemplar desde la ventana el bosque quieto e impenetrable en una ladera ni tan lejana como para perder los detalles ni tan próxima como para resultar familiar. Una playa justo antes de la puesta de sol. Una mirada desde un coche al pasar. Unas llaves encima de la mesa. La casa en silencio cuando se va la luz. Un puñado de tierra visto de cerca...
Esa abertura es un lugar sin tiempo que contiene la belleza y también contiene lo bestial.
La mirada serena de Ratko Mladic, su mano acariciando la cabeza de un niño en Srebrenica...
Esa cisura es nuestra imagen de la eternidad: el relámpago en un cerebro lleno de asuntos cotidianos.

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