Sistema

Todo sistema político (por ser eso y no otra cosa precisamente: por no ser por ejemplo un bloque de granito irregular fruto de la casualidad de la crioclastia), es una estructura que sirve a una minoría que lo mantiene, optimiza, perpetúa y se embolsa los réditos de su funcionamiento.
Todo sistema político es la proyección de los subsistemas que lo conforman, acerca de los cuales es necedad intentar establecer teóricamente si son previos a él o consecuencias de su funcionar, o ambas cosas al tiempo... (No funcionan mejor la rosa o el oído desde que hemos nombrado sus partes).
Se entremezclan por ahí: ideología dominante (que suele incorporar religión), modos de producción, organización social, esquemas de distribución de la riqueza, modelos estables de legitimidad...
Todo sistema político es frágil y sus componentes peligrosamente volubles y maleables. Todo sistema es sensible a la alteración de sus elementos y, por lo tanto, es precisa una defensa eficaz frente a cualquier intento de modificación imprevisto y no deseable que pasa a ser interpretado como una amenaza, una enfermedad que requiere cirugía.
La democracia occidental, liberal, no puede definirse así, es final de trayecto: más allá, no hay nada; más acá, la tierra árida de la barbarie... Es un estructura que no parece una estructura, es un artificio que parece natural. Es un sistema necesario diferente a todos los demás sistemas contingentes...
Creemos las mentiras y el tiempo pasa y nos arrastra: viajamos en el tren de Turner entre niebla y lluvia. La realidad carece de nitidez, y tampoco eso es casualidad.

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