Theoría (lo evidente)

Cualquier hombre, animal político en el sentido aristótelico, carece de libertad. Ningún sistema puede permitirla porque en su misma naturaleza está el limitarla, coartarla, reducirla. La ley es límite, es celda. El contrato pide sometimiento a cambio de seguridad, y lo aceptamos. Si esto es obvio por qué la cantidad de libertad que permite a quienes lo sufren o disfrutan es medida de valor común de nuestros juicios sobre cualquier sistema político, especialmente los ajenos, los denostados, los desconocidos.
El hombre nace libre: gran estupidez, tópico vacío y falso.
El hombre nace indefenso, el sistema lo defiende y lo moldea, lo hace idéntico a los demás, lo clona.
Sin embargo, nada puede someter a un hombre vuelto hacia sí, limitado a sus cosas, ensimismado. Es libre como un dios o un demonio el hombre que no necesita, que sabe prescindir, que no espera.

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