Personaje

Dejo en libertad a un personaje: llamadle F. por ejemplo.
Es irreverente, confía y no yerra, es salvaje porque es efímero (por eso mismo sólo lee fragmentos de Proust y ha renunciado a Heidegger). Ríe como aprendió en Bergson, tilda a sus conocidos con maña y gracia. Lleva siempre un diccionario en el bolsillo que arroja con cualquier pretexto. No habla del tiempo, ni de la higiene, ni de los políticos, ni saluda, ni negocia. Escuha la radio pero no la oye. Una vez se mareó con Beethoven, Fauré le obligó a encamarse dos semanas. Cuando salta, espera recompensa, cuando tropieza asume el perjuicio. Jamás pronunció frases como no me esperes despierta, si tardo llama a la policía, usted primero, tenía yo tres años... Carece de opinión sobre el sabor de las filloas.
Nunca le di un amigo, no lo iba a necesitar en ninguna de las 100 páginas de su vida que ya no escribiré.

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