Actualidad (no poder elegir)
La actualidad, esa suerte del aquí y ahora, es una comedia de mala calidad asaltada a menudo por lo trágico. Todo lo asumimos como si fuera "normal" sin caer en la cuenta –o sí, pero sin que ello traiga consecuencias– de que tal cosa no existe, que sus márgenes contienen una estructura interesada que asumimos sin más. Si no es real la normalidad no será irreal su opuesto y, por lo tanto, el espacio en que nos movemos, en cualquier sentido, será a la postre mucho más amplio de lo que pueda parecer. Pero hay rincones que nunca transitamos... cuando elegimos no tenemos presentes todas las opciones.
Volvamos a la actualidad, la rutinaria y necia actualidad del ayer y el hoy, y reparemos por ejemplo en la política –queriendo referirnos a ese jueguecillo fatuo al que asistimos desde hace un tiempo–. ¿Qué argumentos son comunes en ese ámbito?, ninguno; no es necesario argumentar, o lo que es lo mismo, el argumento se ha sustituido por un eslogan que repetido el suficiente número de veces se trasforma en asunto veraz, y sobre él se construye un relato, un cuento infantil, que tendríamos que ignorar (que es a lo que induce su imbecilidad) pero que, por aturdimiento, solemos tratar como si fuese tesis digna de ser pensada o sopesada. Los ejemplo de tales disparates llenarían páginas aunque no tantas como se llenan escribiendo "juiciosamente" acerca de ellos. La excusa para perpetuar este pasatiempo es vieja, tópica y falaz: tenemos lo que merecemos; sin embargo, cuando parece que merecemos otra cosa seguimos teniendo exactamente lo mismo.