Posibilidades ideológicas
Parecería que la sociedad civil tuviese la virtud aristotélica del término medio, de ahí que se interprete por lo general que rechaza todo radicalismo ideológico por el mero hecho de situarse precisamente en la periferia de la moderación. De ahí se pasa, por asociación de ideas y la consideración de que el "todos" es más conservador y temeroso ante la novedad y el cambio que el "cada uno", a la suposición de que cualquiera que frecuente esos márgenes ha de ser peligroso para la comunidad e incluso para sí mismo y por lo tanto ha de ser denunciado y puesto bajo vigilancia.
Así las cosas, categorías ideológicas muy diversas pasan a convertirse en apelativos peyorativos sin que se verifique una crítica racional a lo que proponen sino solo por el mero hecho de suponer que representan aquello que en su aplicación práctica pudieron alguna vez haber sido, soslayando la zancada inabarcable que supone pasar sin más de la teoría a la praxis y enjuiciar una atendiendo a la otra.
Un ejemplo de la actualidad: no es de extrañar que podamos llamar a alguien "comunista" y creamos que lo hemos dicho todo y que a partir de ese mismo momento lo anulamos, lo excomulgamos y proyectamos fuera de la comunidad de gente moderada y honesta.
No falta razón a los que dicen que el comunismo no es democrático. Por supuesto que no lo es si por democracia entendemos el modelo de democracias representativas liberal burguesas occidentales capitalistas, esto es, para algunos de sus defensores, el modelo final de un largo período de ensayos desafortunados.
Es evidente que el comunismo no tiene nada qué hacer en este sistema más que procurar sustituirlo por otro. O dicho de otro modo, el propio sistema impide –incluso tratándose de democracias– que se den las mínimas condiciones de posibilidad para que los comunistas ofrezcan alguna propuesta tomada de lo que es su teoría para caminar en el sentido que deberían hacerlo.
Simplificando, los modelos periféricos antes aludidos no parecen tener mucho que negociar con el sistema capitalista excepto su disolución y sustitución pacífica o violenta por otro que se adecúe a su modo de entender la organización de las sociedades.
Entonces, la concurrencia a procesos electorales, admitiendo el modelo, de algunos de estos grupos puede suponer: uno (visión apocalíptica), que deseen introducirse en el sistema para minarlo y provocar su ruina (lo que puede ser en algún caso bueno para el conjunto de la comunidad, no desde luego para la oligarquía que la dirige), o dos (visión moderada –y, por eso mismo, tal vez mayoritaria), que hayan encontrado una fórmula para promover medidas en el sentido que dicta su filosofía y crean poder hacerlo sin deformar los márgenes del sistema, es decir, que ya no son lo que en teoría eran sino otra cosa, pragmática, posible, realista y, por lo tanto, moderada y admisible en el seno de la democrática comunidad.
(PD: Téngase a bien disculpar la simplificación terminológica que incorporan estos párrafos, es meramente argumental)