Didáctica de la historia (apunte)
Hemos de enseñar lo enseñable porque solo se aprende lo aprendible, lo significativo que trae alguna consecuencia para el que aprende de motivación para seguir aprendiendo, de estímulo de su sentido crítico, de comprensión de la realidad que lo rodea con su diversidad y riqueza, de autonomía…
Y en el caso de la historia, da igual lo que la historia sea como ciencia, cómo la definamos epistemológicamente, el acercamiento con método al pasado es un pretexto para contribuir a formar íntegramente al alumno. El pasado es materia con que enseñar qué es el hombre en sociedad y las motivaciones que lo ponen en marcha para lo bueno y para lo malo, para hacer pensar sobre las consecuencia y las causas de sus actos colectivos o individuales, para comprobar cómo construye el hombre sus edificios intelectuales, sociales, administrativos, políticos… y las razones que lo impulsan a tal empeño. Y este conocimiento (que toma así una dimensión cuasi moral, si se quiere) sí se puede construir individualmente (es más, no se puede construir de otro modo), añadir a lo que ya se tiene para que resulte significativo y sobre él asienten otros conocimientos.
Sin embargo, el individuo adquiere conocimiento no aisladamente sino en contexto, lo hace él para sí pero entre iguales y a partes iguales en su relación con los demás, con el grupo, y a su modo si como profesores podemos descubrir cuál es y satisfacer en especial sus necesidades, su ritmo y modelos de aprendizaje.
El objetivo final es que el alumno devenga adulto libre, crítico, consciente, responsable y participativo. El adulto es el hombre moral, resultado nunca concluido de una lenta y compleja construcción fruto de cuantiosos y muy diversos aportes y de la manipulación personal que él consciente o inconscientemente hace de los mismo en un contexto de plena libertad, esa misma que es condición necesaria para la moral precisamente.
(En los márgenes de y en desacuerdo con Correa, M. J., "Teoría, Historia y Didáctica: propuesta de problematización", Historia a debate (Carlos Barral ed.), II, Vigo, 2000, pp. 145 ss.)