Avaricia
El fundamento de nuestra pobreza moral (que camina ya a ser miseria) es la avaricia: ansia de posesión de objetos y de somentimiento de hombres. Riqueza y dominio. A su vez, la razón de la entrega casi general a esta religión no está en la naturaleza humana, ni en la insuficiencia de formación, ni en la genética o la biología, está en la Cultura. El establecimiento de sistemas sociales, de modos de organización complejos, inició la transformación. El proceso se aceleró con la propiedad privada y la jerarquización del grupo y culminó con la instauración del sistema liberal capitalista de la Edad Contemporánea... El hombre devino instrumento de su ambición y antepuso la consecución de sus fines a todo lo demás: la naturaleza y sus semejantes. No hay retorno sin la abolición de este sistema de dominio y sus sustitución por otro en que la convivencia y la dignidad sean elementos centrales. Sin la disolución del capitalismo no es posible abandonar la senda de la bestia por la que cada vez avanzamos a mayor velocidad.