¿Pasó alguna vez el tiempo de la Guerra?
Escribe K. Kraus en el breve Preliminar de Los últimos días de la humanidad (Die letzten Tage der Menschheit), acerca de la Gran Guerra, que "toda la infamia bélica acaba superada por la infamia humana de no querer saber nada de la guerra, porque los hombres toleran el que la haya, pero no el que la haya habido" (p. I).
Por mi parte, sostengo que la guerra es el estado natural del hombre y un continuum interrumpido, solo aparentemente, por falaces momentos de paz: de esa pequeña paz que no sosiega a nadie y a todos ahoga, de esa pequeña paz ruinosa para los grandes negocios, de esa paz donde se extiende insoportable el remordimiento... Nuestro desarrollo físico, mental y emocional se va gestando en el ámbito inasible de la violencia. Nos consuela creer que el recurso a ella es sólo episódico e instrumental, pero no es así, la historia lo demuestra. Cualquier hombre, en un entorno adecuado, con una mínima presión, propende al fanatismo, la infamia y la agresión, de un modo más natural y firme que a lo contrario.
Luego, o antes, en la misma página añade nuestro autor: "El mundo comtemporáneo, capaz de tolerar los episodios registrado en esta obra, ha de posponer el derecho a reír al deber de llorar". Y no me queda más remedio que aplaudir su agudeza y actualidad.
Karl Kraus, Los últimos días de la humanidad, Tusquets, Barcelona, 1991 (Traducción de Adan Kovacsics).
Por mi parte, sostengo que la guerra es el estado natural del hombre y un continuum interrumpido, solo aparentemente, por falaces momentos de paz: de esa pequeña paz que no sosiega a nadie y a todos ahoga, de esa pequeña paz ruinosa para los grandes negocios, de esa paz donde se extiende insoportable el remordimiento... Nuestro desarrollo físico, mental y emocional se va gestando en el ámbito inasible de la violencia. Nos consuela creer que el recurso a ella es sólo episódico e instrumental, pero no es así, la historia lo demuestra. Cualquier hombre, en un entorno adecuado, con una mínima presión, propende al fanatismo, la infamia y la agresión, de un modo más natural y firme que a lo contrario.
Luego, o antes, en la misma página añade nuestro autor: "El mundo comtemporáneo, capaz de tolerar los episodios registrado en esta obra, ha de posponer el derecho a reír al deber de llorar". Y no me queda más remedio que aplaudir su agudeza y actualidad.
Karl Kraus, Los últimos días de la humanidad, Tusquets, Barcelona, 1991 (Traducción de Adan Kovacsics).