Excusa meteorológica
Ocurrir siempre se nos ocurre algo (porque el tiempo es acontecer y en ese acontecer también está lo pensado), y lo que lo anula y lo aleja de nosotros es la pereza sólida de esta tarde de primavera que impide transitar con aprovechamiento su afilado y turbio rostro sondeando sus posibilidades, significados, simbolismos reales o ficticios.
Así las cosas, podríamos no dejar de escribir nunca y tal vez sea eso precisamente lo que hacemos. Por eso hay individuos que teclean a máquina sus pensamientos a razón de cuatrocientas palabras por minuto, y que, a veces, se quedan mirando al suelo o la esquina, cuando la conversación carece de historia, perdidos en su maraña de palabras y su pereza, tal vez un poco derrotados pero nunca en blanco.
Así las cosas, podríamos no dejar de escribir nunca y tal vez sea eso precisamente lo que hacemos. Por eso hay individuos que teclean a máquina sus pensamientos a razón de cuatrocientas palabras por minuto, y que, a veces, se quedan mirando al suelo o la esquina, cuando la conversación carece de historia, perdidos en su maraña de palabras y su pereza, tal vez un poco derrotados pero nunca en blanco.