Contar las cuentas del collar en lugar de ponérselo
Hoy, sin ir más lejos, un tipo como yo se despierta a eso de la 9 y 20 minutos de la mañana y se queda mirando al techo: un artesonado de madera de esos que siempre esconden alguna novedad entre grietas, nudos y manchas de barniz (puedes pasarte horas imaginando formas, como bajo un cielo nuboso o una noche estrellada). El tipo se despereza y da en pensar -no porque se haya despertado meditabundo, reflexivo o pesimista, sino precisamente por lo contrario-, y pensando tropieza con esta frase: "pasa el tiempo y siempre la misma sensación de provisionalidad: llegará el día en que el tiempo se detenga y yo seré el que siempre he buscado ser y estaré donde siempre he deseado estar...". La infantil ocurrencia le hace reír y lo haría de buena gana, a carcajadas, pero no quiere despertar a quien duerme a su lado...
Me confesó que hoy el café de siempre le supo como nunca.
Me confesó que hoy el café de siempre le supo como nunca.