Agua
Voy saliendo del cuarto de baño y, entre un parpadeo y el siguiente, la mirada recorre fugaz e involuntaria las puertas correderas de la mampara de baño.
(Es una de esas mamparas económicas y mentirosas cuya opacidad asienta en un exterior rugoso que emula gotas de agua deslizándose sin orden por las superficies).
La imagen, aún cargada de falsedad, me evoca agua.
(Cuánto se podría escribir acerca del agua).
Dulce, salada, corriente, estancada, subterránea... El agua que entra a formar parte de los seres y las cosas; el agua que es todo y está en todo; el agua que destruye y ampara, somete al fuego, refresca y desgasta, rompe, arrastra lo sólido como si fuera cáscara...
(En el Cirlot, el esquema que dibuja el universo simbólico del agua es un nido de arañas que se extiende interminable por toda una página).
La lluvia en la rua Nova, el manantial de Muñeira, Ballunco, la caída de la Cervigona...
El tubérculo jugoso del lírio flotante...
El agua atroz de marzo en Japón...
Ya fuera, la luz entra por la ventana del recibidor. Tengo sed.
(Es una de esas mamparas económicas y mentirosas cuya opacidad asienta en un exterior rugoso que emula gotas de agua deslizándose sin orden por las superficies).
La imagen, aún cargada de falsedad, me evoca agua.
(Cuánto se podría escribir acerca del agua).
Dulce, salada, corriente, estancada, subterránea... El agua que entra a formar parte de los seres y las cosas; el agua que es todo y está en todo; el agua que destruye y ampara, somete al fuego, refresca y desgasta, rompe, arrastra lo sólido como si fuera cáscara...
(En el Cirlot, el esquema que dibuja el universo simbólico del agua es un nido de arañas que se extiende interminable por toda una página).
La lluvia en la rua Nova, el manantial de Muñeira, Ballunco, la caída de la Cervigona...
El tubérculo jugoso del lírio flotante...
El agua atroz de marzo en Japón...
Ya fuera, la luz entra por la ventana del recibidor. Tengo sed.