F. en La Balsa
Cuando se situó frente a la obra, concluida en 1819 después de innumerables estudios de composición, volumen, texturas y calidades, de esbozos sobre cartón, papel, lienzo, ..., un proceso que podría haber consumido toda una vida, idea sobre idea desechada, sin cuajar en obra final de la que arrepentirse, F. intuyó la metáfora: en el lienzo imágenes de hombres ensimismados inimaginablemente lejos de los que sufren su misma tragedia; el grupo de náufragos no es más que la suma de sus miembros sino infinitamente menos, nada, no es grupo, apenas hebras dispersas que no forman tela, seres en mundos diferentes aquejados de diferentes dolores y esperanzas. F. estaba allí, allí transcurría su existencia, sustentando su cuerpo débil en los demás como lo hacían ellos, indiferentes, sin reparar en el apoyo, como quien trepa por el tronco de un árbol buscando la salvación en lo alto: su barco a lo lejos.